No pregunto cuánto tiempo queda
ni que palabras traen desde el horizonte la verdad.
Solo siento la lluvia caer como una letanía sobre mí.
Incesante, habitada por murmullos
con el roce continuo de su urdimbre de acero:
agua mortal que lentamente calcina.
He arropado mi pecho como hacen los pájaros en su silencio de otoño.
No se escuchará el violín arrebatado...
estoy demasiado débil para batallas donde siempre pierdo.
f.
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