No hay solución para estas horas de trámite.
Uno puede tener las manos rotas,
la condena preparada de antemano,
el día abierto con el sabor perpetuo del silencio
y arrimado a tu costado sentir el dolor,
la percepción de que tus pies desnudos
siguen pisando cristales rotos.
f.
fotografía de Ashley Lebedev
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