La nieve todavía está en el balcón. Mi mirada ha seguido perdida. El frío húmedo se quiebra en oleadas, en una niebla de hojas que se encienden. Abro toda la largura de mi brazo acogiendo esta bruma...
Así he sentido esta mañana el precipicio, la montaña y su silencio al fondo de mi mirada, contemplando las desapariciones, deshaciendo todo lo que se queda dentro cuando los trenes han partido y uno sueña con ser el niño que nunca jugaba más que con su propia muerte, la que dejaba enmarcada en cada instante sin saberlo...toda mi fragilidad me hace ser un libro, tengo en la piel certeros poemas de márgenes difusos, lecturas y vida, acaso el desamor de las noches en vela mientras fumaba esos cigarrillos sin filtro que me dejaban un reguero de luz en mitad de tanta oscuridad.
Mi corazón dice sí, mi corazón dice no, sístole y diástole de cada día. Enarbolo la respiración como un hilo de luz que me hace ser más libre, pero no penséis más...solo estoy dibujando en medio del sábado un nuevo unicornio, un mito que sepa deshacerse cuando no convenga que nadie lo vea.
f.
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