La poesía es un arma que se dispara sola como el amor de un loco

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viernes, 29 de septiembre de 2017

En el día y en la hora...






En el día y en la hora...

Transcurre la dura andanza de intervalos: respirando.
Agreste el tiempo, el viento que desarma las batallas,
un aroma de lluvia, un caer de hojas,
me atraviesa el otoño con su puñal de sombra
y yo camino en soledad como un funambulista lo hace en el abismo.


La hogaza abierta en lumbre me recuerda mi infancia,
las calles, el barro, lo cotidiano de morir como un crujido,
el quebranto dulce del amor de niño con semillas de viejas caricias
sigue recorriendo mi pecho dejando nubes blancas y grises.

No olvido que soy hijo de la quera, simiente de mala hierba,
ira contenida en verbos que se decantan como el vino tinto
en la boca de todas las serpientes...
esa también quiso robarme el pecho de mi madre...
todavía debe estar mirándome, contemplándome
desde su infierno de dunas y desiertos.

Ahora mis manos siguen húmedas,
no contienen nada más que la voracidad del tiempo,
surcos que delatan, marcas de dolor,
apretados puños, caricias que se vuelven hiedra en la urgencia
y que nunca han vuelto a rezar por un paraíso inexistente...




f.








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