Con que constancia el mar se deshace al nombrar una isla.
La luz nos ha robado la noche
y los excesos de la bruma nos traerán los restos de un bosque,
pájaros y un viento arremolinado que levantará tu falda,
la urgencia de la humedad que transpirará el otoño.
Vendrás de nuevo a esta orilla aunque yo sea otro,
la sombra de mi cuerpo quedará en tu cama,
y tendrás ese instante de silencio,
de preguntas que nunca te abandonan,
como la melodía que mi boca
deja estas noches en tu espalda,
con ese estremecimiento,
que desnuda, debajo de las sábanas,
te da al nombrarme para decir ”vida mía”.
f.
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