Sumo los pasos,
la humedad del silencio,
al largo pasillo desde el que vengo
como si fuera un túnel
donde se murmura mi nombre.
Quema el alumbre,
se hace del dolor de la nieve
en las manos menudas de los niños,
y trae con las rosas el roce de espinas,
el aroma vivo de los primeros besos
y la costumbre a estremecerte siempre
ante el roce de otros labios.
f.
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