Si todos estos cristales que llevo clavados ahora en las manos, tuvieran otro color que el de mi sangre oscura y roja, elegiría que fueran azules, de ese azul que sin saber por qué hay a veces en el atardecer, cuando el sol ya se ha ido y solo nos queda una brisa que remueve los cabellos y que estremece muy adentro...
f.
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