Me traes tu aroma a lirios y distancia,
el que te cubre la piel como una gasa
mientras te hundes en el vacío de unos pasos perdidos,
y te estremeces en silencio buscando resquicios de luz,
ese lugar de reposo en que puedes descifrar los jeroglíficos,
los que te humedecen como la lluvia sin final,
el sitio donde tu cuerpo se entrega
para recoger del polvo
las huellas incesantes de tu paso por mis sílabas...
es entonces cuando ves el abismo como un viaje sin retorno,
perdida en una esquina de la tierra,
lejos del mar, rodeada de desiertos,
sabes que no hay más salida que la propia destrucción,
aunque ella, la vida, se toma su tiempo para deshacernos.
f.
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