Me demoro en la ausencia,
un lugar donde un pájaro vuela
y sus alas rasgan el silencio.
No hago nada premeditado
y sin embargo
todos mis actos tienen su costumbre,
una holgura de hojas secas y ecos de pisadas,
cierta puerta entreabierta de madera antigua y luz al fondo,
una calle estrecha de adoquines que empinada nunca acaba,
una melodía con que rasga en silencio un violín,
ciertas fotografías en blanco y negro y el sepia de la infancia,
varios versos dispersos, unas gotas de sangre,
la penumbra entre los árboles de un bosque.
No sé que es ya la poesía...
solo sé del abismo y de los granos de centeno
que en una mano, con mi puño cerrado, palpitan.
f.
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