No sé cuál era su nombre,
ni siquiera sabía el mío
cuando crucé la noche oscura
mientras la lluvia era una tormenta
que resonaba con su eco en la distancia.
Las cosas se abandonan
como se abandona el verano en los crepúsculos,
y el amor, dulce como arándanos,
sabía a wisky de malta y besos llenos de glacé...
Cuesta siempre reconocerse al alba,
mirándote en los espejos del cielo,
escuchando la soledad de tus pasos por las calles vacías,
y llevando en tu ropa, junto al olor del tabaco,
el aroma del perfume de ella
como único recuerdo para nombrarla.
f.
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