En medio del vacío
el amanecer no deja de ser una nube,
un esfuerzo de murmullos
que anhelan despertar.
Yo soy parte de un juego,
dejé irse unas sílabas
que me devuelve el viento hechas ya raíces,
alas de pájaros y mucha soledad.
Las horas me dejan el azul envuelto en los cristales,
la atonía de respirar,
y recuerdo un tiempo de inquietud
entonces el aire me empapaba
con sus aromas de lluvia y de tormenta.
Ahora, ligero de equipaje,
solo mantengo el silencio entre mis labios
y contemplo desde mi atalaya
el quehacer implacable de la desolación.
f.
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