Detrás de una grieta camina, lentamente, otra grieta, una estructura de dolor, la certera melodía de la ausencia. No hay después nada, si acaso esa rotura de cristales que duele dentro y a veces deja sangre en los nudillos o cicatrices en las muñecas porque la caída en uno mismo siempre trae un pliego de cargos, una derrota frente al espejo, ese ahogo en el pecho que te hace cerrar los ojos cuando sale el sol y tú todavía no has dormido.
f.
No hay comentarios:
Publicar un comentario