Cada día se esfuerza el cuerpo en olvidar.
Las cancelas dejan pasar la luz, el aire se espesa,
caemos en el uso indebido del otro
cuando como palomas nuestras manos zurean el deseo.
La sombra sube perezosa camino de la atalaya,
tendrá en la noche la urgencia definida,
mientras el sueño del otoño camina deprisa,
se mece en las nubes y se derrama en los cerros.
Tal vez no tengamos esperanza,
quizás las luces que nos llaman
siguen solo luciendo a lo lejos.
f.
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