No soy joven, no me acosa ya
ese estado de deshacerme ante las cosas más nimias,
ni ese subir como la espuma que da la inconsciencia de la sangre.
No, ya cada acto mío
refleja en un espejo una pregunta
con alas de viento y de memoria.
Entre los numerosos anillos que forman mi vida,
cada año ha ido dejando su mesura y su lodo,
su lumbre, su lluvia, su dolor y su silencio,
un continuo renacer desde las sombras,
surgir cada día desde las raíces de la infancia
y mirar extrañado las palmas abiertas de mis manos,
queriendo saber, ahora sí, de verdad, quién soy.
f.
No hay comentarios:
Publicar un comentario