Bajo el palio de la oscuridad nunca me redimo.
Un ángel llega a veces de noche a hablarme de los mares perdidos
como si fuera un pájaro marino que hubiera cruzado el océano.
Yo tiemblo entre sus manos,
queman a la vez que dan el frío existencial de lo puro.
Nunca me acostumbro a que se vaya
y sin embargo odio todo lo que deja,
porque me impregno de ese aroma extraño
que siempre deja la nostalgia.
f.
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