Recuerdo que el azul dejó entre sus dedos lazos indescifrables.
Ella hablaba de las palabras,
con un revuelo de sus manos las sometía a su yugo.
Yo, unía cada sílaba a sus labios sin saber del próximo aguacero.
Todas las melodías de aquellos días tenían un reguero de luz,
tal vez en las noches más oscuras
sigan encendiendo algún corazón solitario.
f.
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