Me hablas de cerca, junto a mi boca, de las desilusiones,
de este caer quedo y sin nombres
en los ámbitos de la soledad.
Sin más bagaje que las manos vacías
he cruzado varias veces la noche,
el páramo donde nada queda en pie
salvo el instante de contemplar
la línea quebrada del horizonte.
Después, bajo cualquiera de los solitarios árboles,
he hecho fuego, un fuego de leña y de sarmientos.
El universo no sabe callar
pero yo tengo sus palabras
todavía vivas
tiñendo mi cuerpo de oscuridad.
f.
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