Dormir y velar, mientras el luminoso del hotel
deja su verde parpadeo entrar sigiloso en medio del cuarto.
Sé que la mañana será de nuevo un mirar atrás,
tiznados ambos del otro, como si el sexo no tuviera su precio,
y nuestra noche solo fuera un puente entre dos mundos imposibles.
Lo impreciso no vendrá con el café y el desayuno continental,
lo que traerá la incertidumbre
será saberme de memoria tu teléfono
y esperar que cuando te llame y suene seas tú quien lo descuelgue.
f.
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