Después de nosotros no quedará nada,
los rastros de la noche se perderán en la memoria
como luciérnagas que se buscan en la eternidad...
y acaso también será lo que tizne de luz
el sentido último e impreciso de las horas nuestras.
El amanecer trae en sus dedos los murmullos,
surcos donde perdernos y callar,
esa humedad de tránsito
donde las palabras sujetan la verdad del mundo.
f.
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