Continua el quehacer de los nudos,
la saga de todos los domingos,
el murmullo en la humedad del viento.
Hay sumas que marcan rastros de tiza en los muros,
corazones abreviados con nombres anónimos
que el tiempo desborda con sus manos de sable.
Me encuentro en las paredes los gestos sin sombra,
la línea que deja una emoción antigua,
unas cerillas que arden en la noche,
cigarrillos, brasa...el humo.
Bebemos cervezas en lata
mientras el terciopelo roza la piel
y todavía tenemos tasas que abonar
a este lado del anochecer.
f.
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