Construyo un templo de sombra y viento para morar las noches.
Deshago los verbos en símbolos de fuego.
Inundo de mar cada perenne dolor que tienen mis heridas.
Soy de arena y me derrumbo ante un verso,
una palabra que traiga tu boca
y que me deje entre las sílabas el silencio,
implacable y puro, que ha de llevarse el tiempo.
f.
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