Albergo en mí ciertos nombres muertos.
La longitud exacta de la palabra ausencia,
la medida, pulgada a pulgada, de varias espaldas desnudas,
todas borrosas por el recuerdo de la luz de las velas.
Tengo, junto a mi costado izquierdo,
un hatillo lleno de silencios
con el eco inseguro que deja la quera en mitad de la noche.
Soy un alhaquín que se enhebra a las sílabas que teje,
todas las fibras de la urdimbre tienen el valor de mi sangre,
así me doy tanto como rehago esta suma indebida de fracasos.
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