Vigilo la última noche:
siento la caída incontestable de la nieve,
su deshielo póstumo
entre las grietas abiertas en la oscuridad.
Morir es tan sencillo
que no hay escapatoria para el invierno.
Cruje el viento en las islas,
suena con la voz grave que tiene la ausencia.
Murmuras mi nombre y sabes
de todas las desdichas
pero también del valor y peso del silencio.
Abro la ventana a la luz,
la soledad ha dejado su humedad,
unos cansados versos que tiene a veces la vida.
f.
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