No tiene regazo la noche,
solo es una sombra desmadejada sobre las cosas.
Protegerla es fácil
estando junto a mí,
insomne vigilante de su sueño,
mientras esparce el aroma de su cuerpo,
semilla fértil que me acalla
entre el ir y venir de las mareas.
No quiero que despierte,
no quiero que esta noche desabrigada de palabras
tenga un brusco amanecer...
veo en su silueta un largo trecho recorrido por la luna,
la verdad que en soledad se me revela:
el amor y el deseo me devoran
con sus pautas, sus símbolos
y la cadencia inaprensible de tenerla.
f.
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