Detrás de las palabras hay un río,
un cruzar de desiertos en la noche,
la algarabía de los pájaros al amanecer,
el deshacer de nudos que crea el miedo,
huellas de sándalo, aromas de otros mundos,
canciones, muchas canciones, y lágrimas, muchas lágrimas.
Detrás de las palabras hay un niño que mira al cielo,
con su vieja caña de bambú pesca en el agua turbia del río.
No sabe ya rezar, pero admira como un milagro
el reflejo blanco y rosa de las nubes sobre el agua,
y también el silencio que le rodea,
el que da estar solo una mañana de verano
mientras le mueve el pelo la brisa,
como si fuera una caricia,
mientras se sorprende
de una voz interior que le habla
contándole un sinfín de pequeñas verdades
que él todavía desconoce.
f.
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