Desármame de nuevo.
Cruza en el pliego soberano de la luz
y cubre de esteras amarillas la cama,
el túmulo de amapolas y surcos de gravilla.
Sé la dueña de la estancia de las horas pérdidas.
Ahora un silencio de alondras vuela entre nosotros,
la humedad de todos los rincones
tiene el aroma de tu cuerpo,
soy tan solo el vencido
cuando tu reinas y la noche se deshace.
f.
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