Puedo desnudarme despacio, sílaba a sílaba,
en cada renglón, en cada verso.
A veces soy débil y me dejo morir entre las páginas,
aunque tengan todavía el aroma fresco de la tinta,
la sangre oscura con que respiro.
Busco sin reposo el escalofrío de tus ojos,
que sientas la húmeda verdad con que me entrego,
aunque sirva solo para decirte
lo sencillo que es ver de cerca un árbol,
abrir una ventana y observar el cielo,
otear el horizonte más lejano,
esa línea cóncava e imprecisa que azulea en la tarde,
encender un fuego, escucharlo crepitar y olisquear el humo,
desmigar un tormo de tierra seca
sintiendo lamer al desierto tus zapatos,
ver un río, simple en su esfuerzo de buscar el mar,
escuchar las olas junto a un faro enfrente del océano
o contemplar como un pájaro en silencio vuela hacia el ocaso.
f.
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