No hurgo más allá de la noche.
Tengo tasado el tiempo y respiro cerca del abismo.
No espero días de sol y tardes de somnolencia.
Escribir un poema es solo el principio del fin,
después viene el quehacer de la lluvia interior,
la noche sin promesas,
el silencio arrimado a tu corazón,
la veraz entrega de la soledad,
oscura e incisiva,
que sin amagos y sin otras palabras
se aferra a ti y en tu oído,
con voz baja, dirá tu nombre,
y en cada sílaba que pronuncie te sentirás morir.
f.
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