No temas a la verdad,
aunque es cierto
que detrás de las sílabas,
como una sombra habitada,
vienen en el aire,
a jirones deshilachadas,
todas las emociones
que esconde un corazón.
Como en un jeroglífico sin sentido,
una tras otra,
iluminan una lámpara
que se enciende y se apaga,
al libre albedrío de sus palpitaciones,
cuando rotos los dedos
de cruzarse en las caricias,
los labios en el roce de otros labios,
cae el hombre en la mortalidad
y no le queda más que la espera del anochecer
envolviéndolo como si fueran las alas de un ángel.
El amor no se acaba una vez se asienta,
perdura y se diluye en el tumulto de la respiración,
y ya no se tiene detrás más que la estela de otro ser,
y entonces es un rumor, una llama,
la urgencia de las nubes al caer la lluvia,
la fuerza de un océano
que le ha de derrotar con su marea,
una isla poblada de signos equívocos
donde la soledad deja sin reparo su pájaro de fuego,
su gusano que busca sin cesar devorarle en su deseo.
f.
No hay comentarios:
Publicar un comentario