Sé que el invierno traerá fuego,
una estancia de nieve que abrasará mi corazón dormido.
Hay huellas en los astros y los árboles callan.
El viento ensimismado
juega lentamente con los bordes rotos del recogido toldo.
Presiento ciertas cosas cuando atento escucho
latidos que pronuncia un pecho que respira.
Este mar, su sueño de arena, mi desierto,
la ausencia del silencio
murmurando la humedad del momento,
una refriega de verdades
que nunca tienen valor
cuando como cristales caen al suelo
y dejan pequeños ángeles
reflejando lo transparente del cielo.
f.
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