Poema XII
Nica le cogía las manos,
dulcemente las acariciaba,
las admiraba, sabía lo que podían crear.
De vez en cuando se atrevía a preguntar por qué,
había tantas preguntas y tantos interrogantes,
pero él solo dejaba escapar una leve sonrisa
y un silencio precedido por su potente respiración.
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