NUESTRO ÚLTIMO ENCUENTRO
En memoria de J. M. Moreno
Campos
“Murió Adonais y por su muerte lloro.
Llorad por Adnonais, aunque las lágrimas
no deshagan la escarcha que le cubre.”
P.B. Shelley (traducción
de Vicente Gaos)
¡Vamos, levántate, amigo,
que en el cielo rompe el alba
y el río deja en la noche
sus tristes estelas de agua!
Por aquí te esperamos,
cerca de la baranda
y de los jardincillos,
hace ya mucho tiempo
asolados, de la infancia,
donde comimos tierra
y se abrió una roja herida
en nuestra piel delicada;
y el antiguo cuartel
junto al que, adolescentes
de indecisos sueños
y de tristezas vagas,
conversamos en silencio
aquellas noches lentas
de un estío sin nubes
con la luna varada;
en el Puente de Piedra,
desde donde iniciábamos,
rumbo ya al Instituto,
presurosos la marcha
y quedamos tantas veces,
para dar una vuelta
y aspirar por el aire
aroma de muchachas,
contigo los seis: Paco,
Carlos, Javier, Jesús
Ruz, Jesús Arizcuren
y yo; tú y tus amigos,
como en esta madrugada.
Y si vemos que no llegas,
que se nos hace tarde
y de nuevo te retrasas
porque el viento o la lluvia
te impiden escapar
de esa tierra quemada
que te quiere hacer suyo,
no temas que me enfade
ni que te dé hoy ninguno
de nosotros la espalda,
que de aquí no nos iremos
por más que el río deslumbre
con su escudo de plata;
y si sigues sin llegar,
si nos sigues privando
de tu voz, tu sonrisa
y la miel de tu mirada,
marcharemos a buscarte
para que no te pierdas
ni andes solo y callado
en esa noche terrible
y sin estrellas, que ahora
te atrapa y nos atrapa.
¡Vamos, levántate, amigo!
¡Vamos, levanta, levanta;
aunque el aire venga turbio
y se quiebre la mañana!
Rafael Lobarte Fontecha
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