Esconden mis bolsillos
restos de un invierno.
Casi puedo sentir el frío
que tapaba el viejo gabán
y el recorrer de mis dedos
por los pequeños e
inservibles amuletos…
una moneda de un país
lejano,
un billete usado de metro,
un número de teléfono de
alguien que me olvidó.
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Seremos la sombra de la
sombra,
la mirada que llega tan
adentro que hiere sin pensarlo.
¡Que lejanos se fueron los
pájaros,
tan al Sur, que incierto
quedó el fuego y el silencio!
Veo cabalgar las nubes en
el cielo grisáceo,
veloces se arrastran con
urgencia
ahora que solo somos el
recuerdo y nos habita la distancia,
la herida que deja la
tormenta,
pregunta sin palabras en
la contenida humedad del aire.
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Hay estancias vacías donde
reposa el mundo.
Un pasillo de nombres en
rojo que atesora el corazón.
Llueve mansamente en las
calles sin tiempo,
regreso del invierno y
ella duerme.
La cama tiene restos del
paso de planetas,
la humedad fecunda donde
respira el océano.
No han venido los pájaros,
y el silencio tiene la
hermosura de las deserciones.
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Contemplarnos no es lo
mismo que mirarnos,
aunque el espejo nos
devuelva la misma imagen.
Hay un eco profundo, una
sima,
cierto salto de agua que
apenas se escucha
pero que sin embargo
nos tiene desde la
infancia
cautivos y en silencio.
Lo presentamos en la Bóveda del akbergue municipal juvenil de Zaragoza
c/ Predicadores nº 70 Zaragoza
a las 20h00 con la presencia de Luis Sanz el editor de "La fragua del trovador"
Antón Castro de presentador del poemario y con la música de Luis Zarápolis.
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