Es cierto, ya no estoy paseando por Les Tuileries ni estoy sentado en esas sillas verdes de los jardines de Luxemburgo mientras corredores de fondo dan vueltas, sofocados y sin parar, entre los parterres de flores.
Escucho a Billy Holiday, con esa voz de dolor y de olvido, y sucumbo en este tren de la noche para yo mismo absolverme de ser otro… para recorrerme a mi mismo hay una vía que dirige su tenue y lejana luz al horizonte.
Escucho a Billy Holiday, con esa voz de dolor y de olvido, y sucumbo en este tren de la noche para yo mismo absolverme de ser otro… para recorrerme a mi mismo hay una vía que dirige su tenue y lejana luz al horizonte.
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