Escribir para curar… ¿ciertas heridas invisibles pueden llegar a ser curadas escribiendo?, quizás todo esto empezó al leer el libro de Joan Margarit, Joana, donde con una gran serenidad, el gran poeta catalán nos habla de su hija, la enfermedad y la muerte de ella y todo lo que rodea su ausencia.
Este poemario lo escribí en el 2010 y siempre que lo releo creo que es de lo más sincero y quizás más sencillo a la vez que he escrito. Quien me lee a menudo sabe que soy amigo de crear imágenes y rebuscar palabras pero aquí intenté darle la visión de estos recuerdos con las palabras de un niño, yo mismo, en 1963 con cinco o seis años…el poemario debería tener este cariz de poemas mínimos, pequeños fogonazos sin grandilocuencia que intentan llegar al corazón.
La verdad es que al releerlo me sigo emocionando, aunque no sé yo bien si ahora me cura nada porque a veces volver a él me amarga, y veo las cosas muy negativas de mi infancia que las ha habido y muchas.
Antes de escribir el poemario ya hice una aproximación a esos momentos con un relato, en el que como aquí daba las pinceladas de esta breve historia triste y muy trágica para parte de unos cuantos niños…y recordaba que no quise volver a ver Calafell hasta después de más de 40 años, hay cicatrices que al rozarlas siempre duelen.
No hay detrás del poemario nada más, así de sencillo, solo luces y sombras de una infancia y de un país todavía metido en plena dictadura que fue la que hizo que no todos fuéramos vacunados como debíamos y ese soplo de polio que recorrió España, a veces mortal, nos marcase para siempre, haciendo desgraciada la vida a un montón de niños, que en varias oleadas, durante los años cincuenta, sufrimos en nuestro cuerpo la enfermedad para siempre.
1 comentario:
"La soledad es la mejor compañera del miedo"
cuánta razón tienen tus letras
cuánto sentir en tus versos
el recuerdo del dolor...
Me ha encantado leerte...
Un beso enorme!!
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