Era lo cierto, lo que hacía que las noches pudieran dar su fruto,
romper lo terso de la melancolía,
descifrar entre la música el valor de un cuerpo,
saber que entre las manos la piel puede descifrar preguntas
y que los labios mojados con el whisky con naranja
también se adornaban con la humedad de un deseo carnal, jovial,
adormeciendo las razones en aquellos sofás hondos de terciopelo
donde podíamos recorrernos sin lugar a equívocos…
Después vendría la posibilidad del conocimiento
o el encuentro con el perfume de la desilusión.
BONJOUR, TRISTESSE... II
Hace 1 día
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