En las sombras, quebrado corazón,
solo el largo silencio de tus ojos me ilumina.
Traes contigo una mancha de humedad en su nocturno recorrido,
un alarde de tu cuerpo sobre el mío.
Me impresiona esta lentitud con que me arrastras,
la servidumbre en la que tu cuerpo se derrama encimado al mío,
mientras me abres, gota a gota,
la urdimbre cálida que tiene tu deseo.
Nace un soplo de tu boca que enciende el fuego…
Así ardemos juntos, ángaro en la noche,
silencioso faro para el mundo,
sin más sonidos
que el jeroglífico que emana
con nuestra propia respiración.
2 comentarios:
"sin más sonidos que el jeroglífico que emana con nuestra propia respiración."
Es una delicia tu poema!
Saludos.
Me encanto esta entrada... bss.
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