Siempre puede tu memoria rehusar el olvido,
tener su propio viaje de otoño,
una estrofa sin verso
que como una rémora
se habita del silencio de los viejos canales,
de los estrechos pasadizos solitarios
que se resguardan con nombres de hiedra,
y de las luces rotas en la oscuridad del agua
por las continuas estelas de los vaporettos…
mientras tú eres la humedad gravitando en la penumbra,
embozada por un eco de voces y de pasos
y el sonido de un violín, que lejano, sigue llamándonos.
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