J. Cortázar
Exprimo la hondura del anochecer.
El instante se precipita como un llanto de sangre sobre las colinas
e inunda el río de una salve sin fronteras.
Hay calima en la senda de árboles que acechan el puente
y siento la labor del tiempo y su abrazo desmedido
royendo cada sílaba con los tonos candentes del otoño.
Huyen en silencio las nubes
y veo partir como ángeles pájaros sin destino.
Me quedan dos o tres símiles
que me condenen a la aquiescencia de la noche.
Oigo los pasos y siento las huellas en medio de la tierra.
No existe la soledad
cuando los astros silenciosos
pueblan de pequeñas luces
la inmensidad de los recuerdos.
1 comentario:
Un poema de hondo lirismo.
Mi admiración y respeto.
Saludos.
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