Ahora sé de todo el silencio que cabe entre las manos,
una línea roja que se abre a la humedad de un día de lluvia.
Cae sobre ti y te deja expuesto al deshacer del tiempo.
He sentido mío el grito agónico de las gaviotas.
Nunca sé por qué resuena en la brisa,
pero ellas tienen una gota de sangre clamando en su pico.
Perduran las huellas, las de siempre,
siguen siendo un redil donde los pies te llaman,
a veces conducen a un lugar sin nombre,
sin fechas, sin despedidas,
aunque tengan el runrún de los barcos,
la senda de los faros y la lejanía del atardecer.
una línea roja que se abre a la humedad de un día de lluvia.
Cae sobre ti y te deja expuesto al deshacer del tiempo.
He sentido mío el grito agónico de las gaviotas.
Nunca sé por qué resuena en la brisa,
pero ellas tienen una gota de sangre clamando en su pico.
Perduran las huellas, las de siempre,
siguen siendo un redil donde los pies te llaman,
a veces conducen a un lugar sin nombre,
sin fechas, sin despedidas,
aunque tengan el runrún de los barcos,
la senda de los faros y la lejanía del atardecer.
F
9 comentarios:
A mi me habita el runrún de tus palabras, es inevitable.
Precioso (el poema :)
Te abrazo . lindo fin de semana.
M
Hay silencios que rebosan de las manos.
Que bien sabes escuchar... a pesar de predominar el silencio... un abrazo amigo.
Lo mismo que los faros señalan el camino de los marinos, a mi tus letras me han guiado a un mundo mágico.
Besos
Fecunda ruta la de ciertas huellas iluminadas y dirigidas por ciertos faros.
Un abrazo.
Para poder escuchar y saber más, se necesita de siempre el silencio... guardalos bien entre tus manos
Besicos
Tú sabes también cómo me construyo con el silencio de la luz.
Gracias, Fernando.
Un besazo.
Ultimamente me ocurre al leerte que te siento desperdigado en las primeras estrofas. Inconexas, por mucho que las ligues no se mezclan.
es como si pertenecieran a dos personas distintas.
Bien es verdad que al final del verso siempre acabas licuando la mezcla.
Es sólo mi percepción y mi insomnio que aturde a mi palabra.
Lo sentí mucho, y no debí callarme pero lo hice. Mi pesar más profundo, Fernando. Te pido disculpas por mi falta.
Olimpia.
El faro como senda, la luz como camino.
Ya sabes lo que me gusta acercarme a su sombra.
Un beso.
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