Así ha sido, en un instante sin pájaros y sin lluvia, sin nada que decir salvo el silencio en las ramas altas de los árboles, salvo un viento en las sombras del anochecer, un disperso afloramiento de plenitud, mientras en las veredas del aprendizaje, esas huellas, únicas, que asolan después de la tarde como un beso robado a una zíngara, a ti si es posible definirte así, que arde con el cercano violín del recuerdo.
Hay música, tal vez sea el corazón un arma indefensa, la isla donde guarecer el canto o la inconsciencia que debe saciarnos en la noche…Un palpito, otro, respirar sin parar, esa constancia de la soledad atravesando los baldíos de la emoción, las arenas del tiempo. El abandono, el naufragio, todo lo que hiere sabe descifrarse en otros, en nosotros no. Nos miramos perplejos y habilitamos para el dolor un rincón donde dejar todo lo que nos conmueve…la ternura de la niñez, el calor de un amor, la premura de un deseo, la esperanza envuelta entre las manos que nos traen un cuerpo a cuerpo con la vida.
Y ahora, después de todo, me hablas de promesas, cruzas los dedos porque al mentirme justificas el encuentro, este momento entre los dos… Cohen, los cigarrillos, el bourbon caliente, tu cuerpo, mi sed…sin embargo sé que me devolverás de nuevo al sueño, sin restricciones, salvo las que te convengan, cuando llegue el momento, te canses y vuelvas a necesitar ahuyentar otra vez el sonido de los pájaros, a alumbrar las sombras chinescas o a cambiarme tu olor corporal por un valium…
Hay música, tal vez sea el corazón un arma indefensa, la isla donde guarecer el canto o la inconsciencia que debe saciarnos en la noche…Un palpito, otro, respirar sin parar, esa constancia de la soledad atravesando los baldíos de la emoción, las arenas del tiempo. El abandono, el naufragio, todo lo que hiere sabe descifrarse en otros, en nosotros no. Nos miramos perplejos y habilitamos para el dolor un rincón donde dejar todo lo que nos conmueve…la ternura de la niñez, el calor de un amor, la premura de un deseo, la esperanza envuelta entre las manos que nos traen un cuerpo a cuerpo con la vida.
Y ahora, después de todo, me hablas de promesas, cruzas los dedos porque al mentirme justificas el encuentro, este momento entre los dos… Cohen, los cigarrillos, el bourbon caliente, tu cuerpo, mi sed…sin embargo sé que me devolverás de nuevo al sueño, sin restricciones, salvo las que te convengan, cuando llegue el momento, te canses y vuelvas a necesitar ahuyentar otra vez el sonido de los pájaros, a alumbrar las sombras chinescas o a cambiarme tu olor corporal por un valium…
F
6 comentarios:
Muy bonito texto, amigo Fernando, con grandes pinceladas de tristeza y toques de romanticismo.
Un abrazo.
A veces el valium es el único remedio cuando no sabemos entender el milagro de escuchar a Cohen, compartir un cigarro, ni sentir como el bourbon caliente nos dilata el corazón.
Me llevo tu escrito pegado al corazón.
M.
Las cosas son como son junto a sus circunstancias que dejan un lugar para cuanto nos conmueve.
Quizás, visto así, sea aún posible un nuevo encuentro.
Abrazos.
Puedo conseguir a Cohen, y también los cigarrillos, el bourbon caliente no es de mi gusto, pero lo puedo cambiar por otra bebida, y la sed, la sed me sale por las orejas… adivina que me falta. jejeje
;)
Y, talvez, volverá a ser. Abrazos.
Vivir intensamente una milésima de segundo, sin pensar en lo que probablemente sea un instante después, un vuelo o una huída a un sueño, casi con seguridad erróneamente, más prometedor.
Un abrazo grande.
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