“Tenía el gesto liquido de las celebraciones”
Para ser la noche no hace falta recorrer esta ciudad
envuelta en las llamas que la acosan.
Algo de lo que tuvimos
fue más que una plaza porticada,
un barrio sucio de bares cerrados,
calles donde se respira soledad
o el recuerdo de un estanque rodeado de viejos bancos.
Tal vez mirarnos en los ojos de todos los borrachos
y saber de lo agrio del peligro
no tenga más valor circunstancial
que el de una nueva caricia,
cuando todavía
queda una senda oscura
de taxis y de olvidos.
Para ser la noche no hace falta recorrer esta ciudad
envuelta en las llamas que la acosan.
Algo de lo que tuvimos
fue más que una plaza porticada,
un barrio sucio de bares cerrados,
calles donde se respira soledad
o el recuerdo de un estanque rodeado de viejos bancos.
Tal vez mirarnos en los ojos de todos los borrachos
y saber de lo agrio del peligro
no tenga más valor circunstancial
que el de una nueva caricia,
cuando todavía
queda una senda oscura
de taxis y de olvidos.
Este poema lo dedico a M.Ángel, María y Carmen...los que acabamos en la churrería de S. Ginés.
10 comentarios:
Ser la Noche ha de ser sufrido. Tengo entendido que se llora mucho por los hijos de los hijos que no han aprendido del todo a reír.
Genética defectuosa.
Un bexo
¿Con que acabasteis en la churrería de San Ginés?
Ser la noche así requiere una disposición de la que carecemos los que somos más bien el alba, pero parece precioso que nos lo cuenten quienes saben ver allí más que calles solitarias y sucias, más que borrachos y peligros.
Lo entiendo bien. Surcar la noche en compañía es caricia en nuestra senda oscura huyendo hacia el olvido.
Abrazos.
Creo que no hubiera llegado a la churrería, aunque hubiera puesto interés.
Pero ese aspecto de Madrid, sí, lo has entramado bien. Esa quietud de las calles, la humedad de los sitios oscuros, el bajón de las puertas de los bares cerradas... todo eso, lo conozco y lo has despertado ahora con tu poema.
Un beso,
Laura
Preciosa instantánea de una ciudad, de un trayecto, sea cual sea.
Casi nunca dejo comentarios porque te diría siempre lo mismo, (que me emocionas), pero vengo siempre, de escondidas.
Un abrazote
Marian
Fué un placer encontrarte en Veruela.
Primero miré la fotografía y me vino el recuerdo de una noche. Luego leí el poema y el recuerdo se fue volviendo cada vez más nítido y más cálido. El recuerdo se llenó de las voces de la noche, de vuestras voces...y del olor inconfundible de la victoria cuando por fin San Ginés apareció abierto ante nosotros. Ummmm...! y ese olor a cohocolate aunque tomaramos café con leche algunos.
Gracias Fernando. Gracias por este regalo. La senda que recorrió mi taxi fue como esa nueva caricia hacia lo inolvidable.
Besos.
¡pero, bueno!
que regalo tan inesperado, suerte de Carmen que me ha avisado.
para ser la noche
no hace falta recorrer ninguna ciudad,
para ser la noche
puede bastar una buena compañía,
unas horas sin reloj,
esas charlas distendidas,
un vagar sin objetivo
y un magnífico chocolate
en San Ginés
al alba de un amanecer
Gracias Fernando, besos
también para Miguel Ángel y Carmen
Sólo los verdaderos poetas son capaces de armar la belleza desde esa imagen sórdida de la ciudad.
"cuando todavía
queda una senda oscura
de taxis y de olvidos"
Este cierre es bellísimo.
Un fuerte abrazo
Bien, bien...y eso que no tomaste chocolate.La chocolatería de San Ginés tiene para mí recuerdos de momentos muy especiales.El de esa noche quedará como uno de los mejores.Hermoso poema de este Madrid de densa nocturnidad y whisky ahumado, que siempre amanece con ribetes de plata y sabor de encuentros... Un abrazo Carmen, María, Fer...
San Ginés... qué recuerdos, ¡vaya pingos que sois!, ahí se suele terminar a unas horitas...
Besos para los cuatro, me hubiese gustado estar con vosotros.
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