Hay que esperar a abril para que nazcan lilas en la tierra baldía,
aunque ahora, en mitad de este páramo, se oigan voces recordando.
Hay que esperar a otras lluvias,
otros instantes de nubes que se quiebren,
las gotas que se derramen entonces apenas recordarán
que un día y su noche fueron llamadas
y tuvieron en la amnesia un momento de duda,
porque todos los olvidos traen de la fatiga el dolor de lo muerto.
Si este es el otoño predecible,
el que tenemos derribando la memoria,
su acoso sólo nos dará palabras,
jirones de tiempo entregado,
un pequeño holocausto de veranos muertos.
Si este otoño con su rueda de mostos y canciones de lumbre
se recoge como siempre entre las sombras
y va dejando los bosques sin sonidos
y las huellas, las nuestras, se pierden con el último pájaro sin nido,
será como siempre ha sido:
un versículo inacabo de una Biblia,
aquella que obvió a los dioses
y se quedó mirando la lenta huida de las nubes grises.
Hay que esperar a abril,
ese abril que a veces nunca llega,
entonces serán otras lluvias, no sabrán de nosotros
pero harán que nazcan las lilas en esta tierra nuestra.
aunque ahora, en mitad de este páramo, se oigan voces recordando.
Hay que esperar a otras lluvias,
otros instantes de nubes que se quiebren,
las gotas que se derramen entonces apenas recordarán
que un día y su noche fueron llamadas
y tuvieron en la amnesia un momento de duda,
porque todos los olvidos traen de la fatiga el dolor de lo muerto.
Si este es el otoño predecible,
el que tenemos derribando la memoria,
su acoso sólo nos dará palabras,
jirones de tiempo entregado,
un pequeño holocausto de veranos muertos.
Si este otoño con su rueda de mostos y canciones de lumbre
se recoge como siempre entre las sombras
y va dejando los bosques sin sonidos
y las huellas, las nuestras, se pierden con el último pájaro sin nido,
será como siempre ha sido:
un versículo inacabo de una Biblia,
aquella que obvió a los dioses
y se quedó mirando la lenta huida de las nubes grises.
Hay que esperar a abril,
ese abril que a veces nunca llega,
entonces serán otras lluvias, no sabrán de nosotros
pero harán que nazcan las lilas en esta tierra nuestra.
F
6 comentarios:
Todo llega..., pero si este otoño con su rueda de mostos y canciones de lumbre, te inspira, en parte, poemas como este, no será tan malo, disfrútalo.
Besos otoñales.
Esperaremos al próximo Abril
para que de nuevo florezcan las lilas,
aunque tal vez ese tiempo
sea ya nuestro Otoño.
"un pequeño holocausto de veranos muertos"
Este verso es sublime. Con tu permiso te lo tomo prestado.
Un abrazo
Sí, impresionante, Fernando. Y es también una especie de homenaje/respuesta. Para ti no "es abril el mes más cruel". Tampoco para mí.
Un gran abrazo.
Habrá que esperar...
Hola querido Fernando.
Abril llegará, y con él, el mensaje sublime de la naturaleza estrenada, pero antes... deberemos escuchar el silencio mudo de las hojas al caer, igual que la vida que se teje en los resquicios del alma...
Un beso grande.
Recordaré este poema cuando llegue noviembre.
Besos....
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