Desde la altura de las gárgolas
los tejados de París se dejan visitar con la mirada,
allí donde anidan los pájaros
y las chimeneas se desnudan en su fragor de humo,
la ciudad es una metáfora de pizarras negras
donde escribir viejos cuentos y relatos de hace dos mil años.
El Sena se mece en su dolor de isla
y los barcos son remotos carruajes con sus huellas de agua.
Los puentes se habitan de palabras
y crecen a lo lejos como un enhebrado curso de pasiones.
Así y todo, un verso puede traer un incendio,
suenan nerviosas las sirenas
y les sapeurs pompiers llegan rápidamente con sus mangueras
para que todo siga su curso normal,
pero desde aquí arriba la piedra dormita en su propio tiempo
con el sereno esplendor de envejecer en la eternidad.
los tejados de París se dejan visitar con la mirada,
allí donde anidan los pájaros
y las chimeneas se desnudan en su fragor de humo,
la ciudad es una metáfora de pizarras negras
donde escribir viejos cuentos y relatos de hace dos mil años.
El Sena se mece en su dolor de isla
y los barcos son remotos carruajes con sus huellas de agua.
Los puentes se habitan de palabras
y crecen a lo lejos como un enhebrado curso de pasiones.
Así y todo, un verso puede traer un incendio,
suenan nerviosas las sirenas
y les sapeurs pompiers llegan rápidamente con sus mangueras
para que todo siga su curso normal,
pero desde aquí arriba la piedra dormita en su propio tiempo
con el sereno esplendor de envejecer en la eternidad.
3 comentarios:
Glorioso final. Gran fotografía, qué encanto más inhumano y eterno guardan las gárgolas y ¡qué ganas de visitar Paris!
qué bien me saben tus versos de París...me traen dulces recuerdos...hace dos semanas estaba allí :)
un beso
Desde las alturas se divisa un París inmenso pero lejano. Es una bella panorámica.
Un beso.
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