A tus espaldas soy el Caín de tus recuerdos.
Hermético, incinero los pliegues de mi voz
y me encadeno a la branza de tu lejanía.
Nada es igual cuando tú estás.
Nada es igual cuando te vas.
Crece en la laguna el borde rosado de un anhelo
y en mis manos el bronce se deshace.
Allí donde habito, solo y sin peligro,
recorro los duros senderos de tu boca,
anhelando ser de nuevo el cáliz donde bebas
y deposites todos los placeres de tu lengua.
Ahora que no soy nada,
siento el fresco deshacer de las aguas,
lentamente consumen mi valor y mi decoro.
Ahora que sé del silencio sus palabras,
todo lo que tengo se pierde,
la soledad manda.
Fotografía aquí
7 comentarios:
Genial, francamente, genial Fernando. Me ha gustado mucho el poema, pero en especial este verso:"Ahora que sé del silencio sus palabras". . Muchos besos Fernando.
Hermoso. No todos escuchan el silencio, dice demasiado...
un abrazo
Claro.
Nada es igual ni cuando está ni cuando se va.
Probablemente porque los que cambiamos somos nosotros desde la presencia a la soledad.
Abrazos
La soledad se convierte en poesía en tu pluma, Fer.
"Nada es igual cuando tú estás.
Nada es igual cuando te vas" hermoso juego de palabras...
Besos juguetones, monique.
no hay desilusión más certera que la que se mastica al amanecer...de ella salen palabras que vas respirando...gracias por estar.
f.
Habla el poeta que en versos anteriores dijo derrotar la soledad?.
Nada es igual, nada lo es....y ese es el cambio que plasman tus palabras en la ausencia.
Olimpia.
siempre habla el mismo...el poema nace de crisis y hay que dejarlos fluir.
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