Renuncia el viento a cubrir el desierto con su voz,
con la ventana cerrada nada ni nadie nos somete.
Es el momento en que la serenidad nos acorrala
y en las huellas de la noche
no hay más humedad que la de tus labios
y el perfecto hilo que haces correr por mis muslos.
No sabemos deshacer los enigmas,
los vertebrados y afines deseos
que corretean por las sábanas,
salamandras de ojos oscuros
hacen de la piel un río de humo,
mientras el dulce olor del desatino
florece en nuestros poros
y navegar en este desierto se hace fácil,
mar de púrpura en que respirar es lo menos importante.
Fotografía de
Debenport
7 comentarios:
Un poema que no necesita de mi comentario, solo mi admiración y mi “no” renuncia a continuar “navegando” en tus palabras.
Un saludo.
Recién llegado a tu blog. Un placer.
Por cierto: gracias por la joya de entrada que dedicas a "Take Five"... ¿Conoces la iconoclasta (por lo funky) versión de Benson?
Nota curiosa: el arreglista de "Mediterráneo" la tenía en mente, seguro, mientras trabajaba.
Un saludo,
Francisco
Cosas así hacen desear dejar puerto de nuevo...
En medio de mil renuncias la plenitud de la entrega se hace más fecunda.
Abrazos
Vaya, vaya,
estamos felices porque acaba noviembre.
Hermoso poema, Fernando.
Será eso...(como dice entre nómadas)..que acaba...y (como dice Ybris) la entrega es fecunda cuando existe la renuncia.
En este caso, me faltó el aire....y renuncié a él.
Sublime.
Olimpia.
gracias 777 por venir, gracias Haldane por continuar....susej, ybris, marta, olimpia....gracias por estar siempre.
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