sábado, 15 de abril de 2017

El ritmo de las cosas necesita su propio corazón.









El ritmo de las cosas necesita su propio corazón.
Moverse lentamente como lo hace un tornillo
para aflojarse sin motivo aparente
e incluso soltarse de su sitio seguro
tras arduos días de incertidumbre
o dejarse llevar en un instante por el viento,
como lo hace una bolsa vacía
a la que remueven siempre hacia un imaginario remolino.



f.





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