miércoles, 14 de diciembre de 2016

Como si ya no nos tuviéramos en las manos










Como si ya no nos tuviéramos en las manos.
Desnudos de todo lo que fuimos.
Errantes, ebrios de soledad y de locura,
yendo y viniendo por carreteras secundarias
que te acercan al mar y a las playas nocturnas del amor y el sexo,
cuando la vorágine del viento nombra tu cuerpo
y es anhelo, deseo, frecuencia migratoria de aves,
silencio de planetas y astros solitarios,
un instante de lluvia, una noche terrible de tormenta.
Será entonces, cubierto por el vaho de otro
cuando tendrás tiznadas las manos de mi sangre
y mancharás un torso, recibirás su semen y caerás en la cuenta
pensando en mí, de que nunca se olvida el sudor que te mata.



f.










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