miércoles, 14 de octubre de 2009

No somos más que la ardiente espera de la llama







No somos más que la ardiente espera de la llama,
el fuego creciendo entre las horas.
Sabia derramada, música del ansia.
Ahora cuando nace el espesor de la noche
y se diluye oscuro entre los árboles,
puedo ver en los astros
la simiente presa de la ausencia.
La voz tiene el color de la verdad,
el azul de lo eterno e inmutable,
la fugaz luz que parpadea en el viento sin rostro
y que trae a mi ese pequeño dolor
que deja siempre lo inevitable.



3 comentarios:

  1. Pues sí. Es inevitable sufrir. Pero nos queda la ardiente espera de la llama y el fuego creciendo entre las horas.
    Un saludo.

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  2. Siempre flota la ausencia
    en el vacío de nuestro firmamento.

    Una vez más...
    excelente.

    Un abrazo

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  3. Fernan

    la voz gris
    entre lo claro
    y lo oscuro.


    Un beso.

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