
Dejo mis manos cerca de ti.
Sé que duermes y apenas sientes el calor que te estoy dando.
Afuera sopla el viento como un desafío en los cristales de la ventana
y la luna llena recorre la habitación con su álgido susurro.
Todo es impredecible.
Tú y yo aquí renaciendo de la soledad
y amándonos como nunca lo habíamos hecho,
dejando en la piel un calido reguero de felicidad.
Todavía me hormiguean las manos y huelo en ellas
el dolor de la espera de tu cuerpo
y ese sabor denso a miel
que en mi boca se deshizo
como un azucarillo.
Así te velo el sueño,
recordando nuestra autentica noche de amor.
Sé que duermes y apenas sientes el calor que te estoy dando.
Afuera sopla el viento como un desafío en los cristales de la ventana
y la luna llena recorre la habitación con su álgido susurro.
Todo es impredecible.
Tú y yo aquí renaciendo de la soledad
y amándonos como nunca lo habíamos hecho,
dejando en la piel un calido reguero de felicidad.
Todavía me hormiguean las manos y huelo en ellas
el dolor de la espera de tu cuerpo
y ese sabor denso a miel
que en mi boca se deshizo
como un azucarillo.
Así te velo el sueño,
recordando nuestra autentica noche de amor.
No puede haber noches de amor falsas!...ergo, la duermela sólo puede ser una, mirando el momento y siento su cosquilleo, con una medio sonrisa perfilada en el rostro.
ResponderEliminarPero describes dos instantes, dos espacios, que a mi modo de ver no son correlativos, sino diferentes en el tiempo, no sé....será el humo...;)
Olimpia